Article
d’interès d’en Juan José López-Burniol publicat avui a La Vanguardia. Us deixo
l’enllaç i el text del mateix
Catalunya:
tiempo de decidir (1)
O Estado federal o
independencia; no hay ni habrá una tercera vía confederal
Catalunya -punto uno- es una comunidad humana
con conciencia clara de poseer una personalidad histórica diferenciada, y
voluntad firme de proyectar esta personalidad hacia el futuro mediante su
autogobierno. Lo que implica el autocontrol de los propios recursos y la
autogestión de los propios intereses. Dicho en corto y por derecho: Catalunya
es una nación.
2. Este hecho -la realidad nacional de Catalunya- no le ha
sido reconocido de modo gracioso y sin esfuerzo; ha debido ganárselo día a día
con un trabajo duro realizado no sólo por sus élites y dirigentes, sino -muy al
contrario- protagonizado, desde el último rincón del país, por las gentes del
común celosas de preservar su lengua, sus tradiciones, su cultura, su derecho,
su conciencia, en fin, de ser catalanes. Lo que merece respeto y admiración.
3. Esta refacción de la nación catalana se inició con la
Renaixença, cobró impulso político con Prat de la Riba tras el desastre de
1898, arraigó en las primeras décadas del siglo XX, logró el refrendo estatutario
durante la II República, sufrió una persecución acerba durante la dictadura
franquista, renació con más fuerza al inicio de la transición y, tras un
reconocimiento explícito en la Constitución de 1978, se ha consolidado de modo
irreversible.
4. Catalunya ha ganado, por tanto, de forma espectacular la
batalla del ser. Si -por ejemplo- un catalán fallecido el 1 de enero de 1900
resucitase, no se creería lo que vería. "¿Dónde está la Guardia
Civil?", se preguntaría; "¡y se enseña en catalán en las escuelas!",
añadiría.
5. Es lógico -desde una perspectiva nacionalista- que, ganada
la batalla del ser y consolidada esta victoria -en los últimos treinta años-
por el sistema educativo y los medios de comunicación catalanes, los líderes
nacionalistas piensen que ha llegado el momento de plantear la batalla del
estar, es decir, la de iniciar -son sus palabras- una segunda transición hacia
la plenitud nacional de Catalunya, esto es, hacia su independencia.
6. En realidad, los líderes nacionalistas han sido independentistas
siempre, pero han creído, durante décadas, que la independencia de Catalunya no
era posible. Lo que hoy ha cambiado es esta percepción: ahora creen que sí ha
llegado el momento. De ahí el esfuerzo por renovar la reivindicación nacionalista
con la demanda de un pacto fiscal bilateral o concierto, para atraer a los
sectores de población que, por su origen, son menos sensibles a la vibración
identitaria, mediante la denuncia de un hecho cierto e insostenible: el trato
fiscal injusto que padece Catalunya.
7. No obstante, conciben el camino hacia la independencia de
una forma gradual, en parte para evitar una posible fractura social, en parte
-quizá- por una difusa desconfianza respecto al éxito final de su empresa. Por
ello, han planteado la batalla inmediata en torno a un pacto fiscal que
instaure un concierto similar al vasco, con lo que pretenden alcanzar uno de
estos dos objetivos: a) Si España cede, dado el carácter bilateral de este
pacto, la posición de Catalunya respecto a España sería la de un Estado
confederado, puerta inmejorable para alcanzar la independencia sin los traumas
de una ruptura brusca. b) Y si España no cede, ahí estará un motivo de agravio
susceptible de galvanizar a buena parte de la sociedad catalana para impulsarla
a la proclamación unilateral de la independencia.
8. Tengo por seguro que España no accederá nunca a la demanda
catalana de un pacto fiscal confederal o concierto. Razones: a) Una relación
confederal similar a la que se estableciera con Catalunya sería reivindicada de
inmediato por otras comunidades. b) ¿Para qué esforzarse en llegar a un acuerdo
con alguien que sólo lo concibe como una simple etapa hacia el destino
irrenunciable de la independencia total? c) ¿Qué sentido tiene una relación
confederal dentro de la UE, cuando, si esta se consolida, será precisamente en
forma de federación?
9. Me reafirmo, por tanto, en lo que sostengo desde el 2005:
a) El problema catalán sólo tiene dos salidas: federalismo -con un Senado
potente y un sistema de financiación justo que acepte de forma operativa el
principio de ordinalidad- o autodeterminación. b) España no puede ni debe
acceder al establecimiento de una relación bilateral -confederal- con
Catalunya. c) Pero, en contrapartida, España debe permitir que Catalunya se
independice, si así lo quiere, en ejercicio de su derecho de autodeterminación.
d) Lo que significa que Catalunya ha de poder irse, si es su voluntad
democrática, pero no puede imponer su modelo de relación con España.
10. Insisto: o Estado federal-que es una variedad del Estado
unitario- o independencia; no hay ni habrá una tercera vía confederal
("una miqueta d'independència").
11. Si Catalunya opta, cualquiera que sea
la posición española, por iniciar el proceso hacia su independencia, deberá
estar segura de poder culminarlo con éxito, para evitar que acabe en una
frustración profunda. En todo caso, es tiempo de decidir.
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