sábado, 19 de enero de 2013

LO MALO PUEDE SER BUENO


Los humanos nos movemos en una terrible paradoja. Poseemos un cerebro de gran plasticidad y capaz de auto trascenderse, aunque a la vez de mantener pensamientos y observar conductas auto limitadoras. Somos capaces de evolucionar pero también de dejarnos condicionar fácilmente. Eso explica que seamos capaces de lo sublime y de lo infame. Todos tenemos todo. Todo es doble, es una Ley Universal, la de que todo contiene su par de opuestos que, aunque en diferentes grados, son idénticos en naturaleza. Dice una frase hecha que” los extremos se tocan”. Y así es. Pero también es cierto que todas las paradojas pueden reconciliarse.
Cualquiera que tenga un mínimo de visión puede concluir que la única solución a los problemas que padecemos en este mundo enfermo que hemos alumbrado, pasa por una nueva Educación que nos permita descubrir por nosotros mismos; que deje de fabricar fotocopias de seres humanos y potencie nuestra libertad creativa. La conciencia nos hace darnos cuenta de que vivimos vidas ajenas a nosotros mismos, vidas que nos imponen, en las que nos dicen qué hacer, qué comer, qué saber, y en la que nos dicen que el trabajo es lo que da sentido a nuestras vidas. La sanación de nuestra sociedad enferma pasa por la sanación del ser humano.
En medio de todo este estercolero en el que estamos metidos los habitantes de un estado pobre e ignorante como España, no podemos sino ver como un mal sueño aquello del “España va bien” o lo de “este gobierno ha situado a España en la champions league de la economía”, fruto de la falacia de dos sinvergüenzas incompetentes que tuvimos la desgracia de padecer al frente del gobierno.
¿Quizá solo nos queda, como en el poema de Cavafy “Esperando a los bárbaros”, reunirnos en la plaza del pueblo para esperar la llegada de los bárbaros? Hace ya tiempo que quienes debían marcar el camino han abdicado de sus responsabilidades y del sentido común, en espera de que sean los bárbaros quienes cuando lleguen dicten lo que haya que hacer. Las calles vacías, tiendas que lucen desiertas, negocios que no funcionan, caras serias en la gente, y es que ya no queda fuerza para la esperanza. Pero de repente, como en el poema, llegan noticias de la frontera: Los bárbaros no vienen; se han acabado los bárbaros. ¿Y ahora qué?, nos preguntamos, porque después de todo, habrían sido una solución……
Pues no tenemos otra que, como decía William James, empezar a actuar “como si lo que hago sirviera para algo”. Siempre hemos apelado a las excusas, a buscar a aquellos de quien todo depende, los gobernantes, los legisladores, la prensa, los jueces, los ricos, el sistema, el establishment….
Se acabó. Ha llegado el momento de la conciencia y la responsabilidad. Quizá hayamos tenido que pasar toda esta mierda para que llegue el momento, para que este perverso estado de cosas se rompa, para que los viejos dogmas, creencias e ideologías se hundan, para que las relaciones de poder entre las personas cambien. No será fácil, lo reconozco, porque, entre otras cosas, el sistema educativo, y en especial las escuelas de negocios, seguirán fabricando de manera implacable nuevas promociones de reclutas bajo el mismo molde ideológico, fundamento del sistema actual.
La necesaria evolución de nuestra sociedad tendrá su esencia en nuestra conciencia y  responsabilidad. Los autores del desaguisado, cuyos efectos vemos día a día en las noticias de los medios, han carecido de ambas cosas. Pero todos debemos considerarnos copartícipes, puesto que el hecho de que no haya líderes íntegros fuera es reflejo de nuestra propia incapacidad para liderar nuestras vidas.
En el momento en que tomamos conciencia, y reflexionamos sobre cuál es la realidad que percibimos, sobre nuestro vivir, ya estamos cambiando el mundo en cierta manera. Y mejorándolo. Si sabemos que somos parte de un todo y nuestras decisiones son conscientes, nuestras acciones serán excelentes. Hoy, nuestra visión del mundo y la realidad se encuentra contaminada por los dogmas impuestos por un sistema mundializador que ha desestructurado nuestras sociedades. Los fontaneros de la política a su servicio, una banda de mediocres generados por los aparatos de los partidos, han contaminado democracia e instituciones, han polarizado la sociedad en facciones, han jerarquizado y generado miseria e injusticia.
Pero la gente ya ha comenzado a exigir su poder. Todo lo sucedido ha sido necesario para darnos cuenta. Nos organizaremos para trabajar en grupos y en red, el instrumento que nos permitirá generar una nueva sociedad más abierta, una estructura disipativa creativa y congruente, equilibrada y en continua transformación.
Me atrevo a decir que esto es una cuestión esencial para el futuro de la democracia. Solo así podrá rehabilitarse de verdad la política y situarse de nuevo por encima de los mercados para corregir así las aberraciones producidas por la mundialización y el dogma neoliberal.
La democracia no debe ser, como ahora, un teatro mediático de ínfima calidad, sino un espacio abierto, estructurado, equilibrado y participativo desde el que construir una vida mejor y más digna. En eso estamos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario