A menudo nos distraemos
con los escándalos financieros, políticos, sociales, que el propio sistema
genera, y que los medios de comunicación se encargan de airear con finalidad
diversa y a veces incluso con dudosa inocencia. Casos como el de Bárcenas, Palau de la Música, los
Eres de Andalucía, Gurtel, Matas, Camps, Filesa, Naseiro, etc …..( la lista
sería interminable), pueden desviarnos de lo verdaderamente importante: respondernos
a la pregunta de si es o no posible una regeneración a nivel global que sea
capaz de acabar con los excesos e injusticias de este sistema económico.
Una cosa sí tengo clara: Nadie que haya sido parte del problema puede ser parte de la solución futura.
Me parecería divertido, si no fuera tan escandaloso, que un medio de comunicación haya propugnado esta semana que la solución para el bochornoso estado de cosas que padecemos en este país es la vuelta de José María Aznar al liderazgo del PP y del gobierno.
Es cierto que la corrupción institucionalizada a gran escala se inició en España en la época de Felipe González, pero también lo es que Aznar no solo no cumplió ninguna de sus promesas de regeneración democrática, sino que acabó de afianzar de manera irreversible el modelo de fusión del interés privado con el teórico interés público. Aznar es responsable de dar fe al pacto entre la clase política y la élite financiera, que formaban un grupo oligárquico que tenía como objetivo enriquecerse de manera insultante aprovechando la ausencia de controles en una democracia aún joven pero ya agonizante, con unos medios de comunicación al servicio del sistema y un poder judicial servil a los intereses de los partidos.
Me parecería divertido, si no fuera tan escandaloso, que un medio de comunicación haya propugnado esta semana que la solución para el bochornoso estado de cosas que padecemos en este país es la vuelta de José María Aznar al liderazgo del PP y del gobierno.
Es cierto que la corrupción institucionalizada a gran escala se inició en España en la época de Felipe González, pero también lo es que Aznar no solo no cumplió ninguna de sus promesas de regeneración democrática, sino que acabó de afianzar de manera irreversible el modelo de fusión del interés privado con el teórico interés público. Aznar es responsable de dar fe al pacto entre la clase política y la élite financiera, que formaban un grupo oligárquico que tenía como objetivo enriquecerse de manera insultante aprovechando la ausencia de controles en una democracia aún joven pero ya agonizante, con unos medios de comunicación al servicio del sistema y un poder judicial servil a los intereses de los partidos.
Aunque, no nos engañemos, el
problema es global. En España la situación es más grave por la falta de cultura
democrática de nuestra sociedad y la especial mediocridad de nuestra clase
política, pero formamos parte de una economía mundializada basada en un poder
en red que se funda en las estrechas relaciones entre hombres de negocio y políticos, y en la que juegan un papel importante también los grandes medios de comunicación.
Las grandes decisiones que se toman en los foros en que aquellos se mueven o en sus
reuniones privadas, poco tienen que ver
con el interés general de los ciudadanos o con generar las sinergias necesarias
para la evolución social, sino con aumentar el poder, con ganar influencia, con
alimentar en definitiva esta estructura mundializada del poder a quien rinden pleitesía.
Por eso quienes toman las decisiones y crean opinión siguen elogiando, a pesar de la que está cayendo, los beneficios de la globalización y la creación
constante de nuevos instrumentos del mercado para seguir generando beneficios
enormes a las grandes compañías y a los bancos, aún cuando la corrupción sea cada día
más escandalosa. Vemos a ex Presidentes de gobierno o ex ministros que
tuvieron que ver con las finanzas, que al dejar sus cargos pasan a formar parte
de los consejos de administración de grandes empresas a las que sus decisiones
estando en activo pudieron afectar. ¿Podemos afirmar acaso que la decisión del
ejecutivo de Aznar sobre la participación española en Irak no guarda ninguna relación
con su posterior nombramiento como consejero del grupo Murdoch? ¿O que la
intervención americana en ese país no guardaba relación con los intereses
privados de compañías a las que estaban vinculados Bush, Cheney o Rumsfeld?
¿A qué obedece la considerable
bajada en estos últimos años de los impuestos directos sobre la renta de las personas
físicas o sobre los beneficios de las empresas? ¿O la constante reivindicación
de menos estado por gran parte de políticos, economistas, periodistas,
intelectuales y Think Tanks más influyentes?
No cabe duda que ha
habido un cambio progresivo pero radical de la cultura económica para legitimar
los aspectos fundamentales, y más regresivos socialmente hablando, de este
sistema mundializado.
Sería muy ilustrativo si
hiciéramos el ejercicio de analizar los sistema educativos, especialmente en
las escuelas de negocios de todo el mundo, y ver su impacto en todo esto; los
efectos de la dogmática neoliberal en la opinión pública, y cómo ha ido
preparando el terreno en la mente de todos nosotros para que lleguemos a aceptar las decisiones
políticas que han favorecido este proceso de mundialización neoliberal.
¿Dónde quedan los grandes ideales de bienestar y justicia social que movían a los líderes europeos durante los treinta años gloriosos posteriores a la segunda guerra mundial?
¿Dónde quedan los grandes ideales de bienestar y justicia social que movían a los líderes europeos durante los treinta años gloriosos posteriores a la segunda guerra mundial?
No cabe duda que el
cambio no será fácil. Pero está claro que es urgente y necesario. Difícilmente
podemos saber ninguno cómo se va a realizar y cuáles serán los principales ejes
de ruptura o de evolución. En mi post anterior en este mismo blog, ya hice
referencia a la cuestión esencial, la necesidad de que las personas eleven su nivel de
conciencia, base de toda evolución. Pero se me ocurren otras condiciones que
entiendo indispensables.
Por ejemplo, acabar con
los dogmatismos y la polarización que estos conllevan, un gasto inútil de energías dedicadas
a querellas innecesarias que no hacen sino empobrecer y lastrar el proceso. La
reforma educativa, y de la enseñanza de la economía y los negocios. La necesaria
reforma y rehabilitación de la política. La creación de un nuevo sistema
económico que restablezca la coherencia espacial y la estructura social de las
colectividades.
Pero, por encima de todo,
debemos ser capaces de unirnos, de priorizar lo verdaderamente importante en
nuestras vidas, que siempre va más allá de cada uno individualmente. Solo así
seremos de repensar de verdad nuestra sociedad y reconstruir aquello que ahora
parece perdido.
Hola Pau,
ResponderEliminarLo que propugnes està bé, però per a ments cultes, evolucionades i amb veritables ganes de tirar endevant i pensar en el benestar de les persones... és a dir en intel·lectuals i estadistes.
Però com va dir un dia l'Arthur Koestler: "L'home no ha superat mai la seva fasse de reptil". Si a això hi afegim que en els últims 30 anys el coeficient intel·lectual ha baixat 6 punts, doncs trobaràs el per què de tanta merda en la classe política. Si fins i tot el Papa Benet XVI es retira davant la impotència de gobernar a la colla de sapastres que té per curia.
Estem en un moment de caos, i penso que hauria de culminar en un esclat social. Però estem en un país envellit i no estem per la labor de tirar cocteles molotof.