domingo, 10 de febrero de 2013

CONOCER LÍMITES, ELEVAR CRITERIOS


A menudo nos distraemos con los escándalos financieros, políticos, sociales, que el propio sistema genera, y que los medios de comunicación se encargan de airear con finalidad diversa y a veces incluso con dudosa inocencia. Casos como el de Bárcenas, Palau de la Música, los Eres de Andalucía, Gurtel, Matas, Camps, Filesa, Naseiro, etc …..( la lista sería interminable), pueden desviarnos de lo verdaderamente importante: respondernos a la pregunta de si es o no posible una regeneración a nivel global que sea capaz de acabar con los excesos e injusticias de este sistema económico.
Una cosa sí tengo clara: Nadie que haya sido parte del problema puede ser parte de la solución futura.
Me parecería divertido, si no fuera tan escandaloso, que un medio de comunicación haya propugnado esta semana que la solución para el bochornoso estado de cosas que padecemos en este país es la vuelta de José María Aznar al liderazgo del PP y del gobierno.
Es cierto que la corrupción institucionalizada a gran escala se inició en España en la época de Felipe González, pero también lo es que Aznar no solo no cumplió ninguna de sus promesas de regeneración democrática, sino que acabó de afianzar de manera irreversible el modelo de fusión del interés privado con el teórico interés público. Aznar es responsable de dar fe al pacto entre la clase política y la élite financiera, que formaban un grupo oligárquico que tenía como objetivo enriquecerse de manera insultante aprovechando la ausencia de controles en una democracia aún joven pero ya agonizante, con unos medios de comunicación al servicio del sistema y un poder judicial servil a los intereses de los partidos.
Aunque, no nos engañemos, el problema es global. En España la situación es más grave por la falta de cultura democrática de nuestra sociedad y la especial mediocridad de nuestra clase política, pero formamos parte de una economía mundializada basada en un poder en red que se funda en las estrechas relaciones entre hombres de negocio y políticos, y en la que juegan un papel importante también los grandes medios de comunicación. Las grandes decisiones que se toman en los foros en que aquellos se mueven o en sus reuniones privadas, poco tienen  que ver con el interés general de los ciudadanos o con generar las sinergias necesarias para la evolución social, sino con aumentar el poder, con ganar influencia, con alimentar en definitiva esta estructura mundializada del poder a quien rinden pleitesía. Por eso quienes toman las decisiones y crean opinión siguen elogiando, a pesar de la que está cayendo, los beneficios de la globalización y  la creación constante de nuevos instrumentos del mercado para seguir generando beneficios enormes a las grandes compañías y a los bancos, aún cuando la corrupción sea cada día más escandalosa. Vemos a ex Presidentes de gobierno o ex ministros que tuvieron que ver con las finanzas, que al dejar sus cargos pasan a formar parte de los consejos de administración de grandes empresas a las que sus decisiones estando en activo pudieron afectar. ¿Podemos afirmar acaso que la decisión del ejecutivo de Aznar sobre la participación española en Irak no guarda ninguna relación con su posterior nombramiento como consejero del grupo Murdoch? ¿O que la intervención americana en ese país no guardaba relación con los intereses privados de compañías a las que estaban vinculados Bush, Cheney o Rumsfeld?
¿A qué obedece la considerable bajada en estos últimos años de los impuestos directos sobre la renta de las personas físicas o sobre los beneficios de las empresas? ¿O la constante reivindicación de menos estado por gran parte de políticos, economistas, periodistas, intelectuales y Think Tanks más influyentes?
No cabe duda que ha habido un cambio progresivo pero radical  de la cultura económica para legitimar los aspectos fundamentales, y más regresivos socialmente hablando, de este sistema mundializado.
Sería muy ilustrativo si hiciéramos el ejercicio de analizar los sistema educativos, especialmente en las escuelas de negocios de todo el mundo, y ver su impacto en todo esto; los efectos de la dogmática neoliberal en la opinión pública, y cómo ha ido preparando el terreno en la mente de todos nosotros para que lleguemos a aceptar las decisiones políticas que han favorecido este proceso de mundialización neoliberal.
¿Dónde quedan los grandes ideales de bienestar y justicia social que movían a los líderes europeos durante los treinta años gloriosos posteriores a la segunda guerra mundial?
No cabe duda que el cambio no será fácil. Pero está claro que es urgente y necesario. Difícilmente podemos saber ninguno cómo se va a realizar y cuáles serán los principales ejes de ruptura o de evolución. En mi post anterior en este mismo blog, ya hice referencia a la cuestión esencial, la necesidad de que las personas eleven su nivel de conciencia, base de toda evolución. Pero se me ocurren otras condiciones que entiendo indispensables.
Por ejemplo, acabar con los dogmatismos y la polarización que estos conllevan, un gasto inútil de energías dedicadas a querellas innecesarias que no hacen sino empobrecer y lastrar el proceso. La reforma educativa, y de la enseñanza de la economía y los negocios. La necesaria reforma y rehabilitación de la política. La creación de un nuevo sistema económico que restablezca la coherencia espacial y la estructura social de las colectividades.
Pero, por encima de todo, debemos ser capaces de unirnos, de priorizar lo verdaderamente importante en nuestras vidas, que siempre va más allá de cada uno individualmente. Solo así seremos de repensar de verdad nuestra sociedad y reconstruir aquello que ahora parece perdido.


1 comentario:

  1. Hola Pau,

    Lo que propugnes està bé, però per a ments cultes, evolucionades i amb veritables ganes de tirar endevant i pensar en el benestar de les persones... és a dir en intel·lectuals i estadistes.

    Però com va dir un dia l'Arthur Koestler: "L'home no ha superat mai la seva fasse de reptil". Si a això hi afegim que en els últims 30 anys el coeficient intel·lectual ha baixat 6 punts, doncs trobaràs el per què de tanta merda en la classe política. Si fins i tot el Papa Benet XVI es retira davant la impotència de gobernar a la colla de sapastres que té per curia.

    Estem en un moment de caos, i penso que hauria de culminar en un esclat social. Però estem en un país envellit i no estem per la labor de tirar cocteles molotof.

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