viernes, 31 de mayo de 2013

¿Y QUÉ PASA CON NUESTRA ALMA?


Cuando Franco murió tenía quince años. Recuerdo muy bien, siento casi físicamente, la ilusión que se apoderó de amplias capas de la población, la esperanza que despertó la nueva etapa que se abría entonces y que podía permitirnos conseguir un futuro mejor y más digno. El país se sentía capaz y preparado para ello, y hubo un aval mayoritario a los nuevos representantes políticos y a las instituciones que se generaron a partir de 1977 para que nos representaran.
¿Qué ha pasado para que, en este momento, la gran mayoría de los ciudadanos y sobre todo los jóvenes, no se sientan representados por los políticos, para que éstos no gocen de ninguna credibilidad?
Muy sencillo, el sistema ha generado una casta política que, salvo honrosas excepciones, ha pasado a ocuparse no de los asuntos de todos, sino de su propio interés.  En la imprescindible obra “L’Esperit de la Política”, Raimon Panikkar reflexiona acerca de que la política debe transformarse desde el arte o la ciencia de gestionar al de vivir la plenitud de todo ser humano.
Pero el sistema, poderoso, se ha deshumanizado, generando una metástasis de corrupción  y comportamiento gansteril. Sin embargo, como opina Panikkar, la vida de las sociedades no puede ser mantenida por la fuerza, y el Contrato Social ha de ser voluntario.
El poder es siempre consentido. Si dejamos de consentirlo caerá. Personalmente pienso que no es sostenible que la gente no reaccione ante el actual estado de cosas. En términos humanos, el gran fracaso de este sistema que nos rige tiene que ver con la creencia de que detrás de cada conducta “correcta” tiene que haber una justificación en términos de beneficio, de crecimiento, de productividad, de rédito electoral. Cuando en cambio la buena conducta es un bien en sí misma, y la bondad, la cooperación, la solidaridad, son nuestra verdadera expresión.
Los políticos, los gestores en general, han olvidado que los equipos tienen un alma, y que hay que contar con ella. Lo contrario es desconocer la naturaleza humana. Y eso nos aboca a una bancarrota total de recursos, culturas y valores.  El sistema ha pretendido definir nuestra identidad a través del filtro de la razón racionalista, obviando otros estados de conciencia más elevados y destruyendo nuestro espíritu, lo que nos ha llevado a tomar decisiones desde una perspectiva limitada, equivocando las prioridades y sin asumir la responsabilidad. Es decir, hemos ido en sentido contrario a lo que necesitábamos desde un sentido evolutivo.
El gran obstáculo es siempre el comportamiento, de los políticos en este caso, basado en un modelo mental  que conviene cambiar, porque tiene una serie de ideas fijas acerca de cómo funciona el mundo, acerca de cómo se hacen las cosas y cómo debemos relacionarnos, que se han demostrado equivocadas a raíz de los recientes descubrimientos científicos. Por algo decía Louis Pauwels en mayo del 68, en las escalinatas del Odeón de París, que para cambiar las estructuras sociales hace falta algo más que una revolución, es necesario cambiar las estructuras mentales.
Este cambio mental debe comprender a la vez una adquisición de conciencia sobre nuestra verdadera naturaleza como individuos y sobre nuestro papel en el mundo; pero también una decisión de emanciparnos de este sistema que nos esclaviza, de una manera conciliadora eso sí, pero firme. 
En cuanto a los políticos, deberían tener en esta nueva etapa una función de armonizar, de integrar, de crear, de equilibrar, dejar de ser autistas respecto a la realidad que los rodea. Y que se enteren que la democracia no es sólo elecciones, sino el poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.


(Un petit homenatge per a Moustaki, que s'emporta amb ell tants somnis i anhels, home lliure pensador que reivindicava en cada cançó el millor del que significa la humanitat)

2 comentarios:

  1. Estoy contigo Pau, pero más que cambiar la conciencia de los políticos lo que ha de cambiar es la conciencia de los individuos, no olvidemos que en este o en cualquier otro sistema social que ha existido o pueda existir en el futuro, como en cualquier otra estructura, existirán gestores u organizadores, y éstos han de tener esa vocación de servicio desinteresado tan necesaria y tan ausente actualmente.
    Gracias por tus vídeos, son siempre inspiradores.
    Un abrazo.

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  2. Gracias a tí Mario. Tienes razón, los políticos son expresión de nosotros mismos. Ya sabes lo que dice John Demartini, una sociedad tiene aquello que necesita para reconocerse. Nosotros estamos drogados desde jovencitos por un sistema educativo que nos ha acostumbrado a algo llamado "aprobación externa", "éxito", "llegar a lo alto, brillar", "triunfar, vencer". Sólo nos sentimos bien cuando nos aplauden, cuando tenemos la sensación de que nos adora, de que manipulamos, de que somos famosos. Como consecuencia de esto perdemos la capacidad de amar. Pasamos de amar incondicionalmente a necesitar a los demás. Y dejamos de verles. Cuando un político necesita votos deja de ver a las personas, lo que quieren es "conseguir" algo de ellas. ESe es el problema, nos aferramos a prioridades equivocadas. Pero qué te voy a contar a tí, anda que no hemos hablado de esto....

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